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LA FE DE NIETZSCHE

Juan Rodríguez M. Q ue la vida no tiene sentido no es algo que se deba decir en abstracto —so pena de banalizarlo, de hacerlo grave—, es algo que se ejemplifica, que se narra, que se enumera, que... ya lo estoy banalizando, digo, agravando. Que la vida no tiene sentido es haber prendido el computador para mandar un correo y estar en YouTube entregado al eterno retorno no sé de qué. Y no mandar el correo. Y que ahora me avisen que se murió el querido gato de alguien a quien quiero mucho. Y no mandar el correo. Pero escribir esto. * Por más terrible o patética que sea la realidad que pretende significar, es bella esa idea según la cual preferimos creer en nada antes que no creer. Así dijo Nietzsche el nihilismo; con esa belleza. Y ya sabemos, también gracias a Nietzsche, que nos gusta una idea por su belleza, no por su verdad. La vida es un juego de máscaras, dice el filósofo alemán; y detrás de esas máscaras hay otras máscaras. No hay rostro ni hay nada. El nihilismo es creer en nada. E

BAUDELAIRE SEGÚN HERNÁNDEZ, MUÑOZ Y MÉNDEZ

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A doscientos años del nacimiento de Charles Baudelaire, tres poetas -Elvira Henández, Rosabetty Muñoz y Adán Méndez responden:  1. ¿Recuerdas tu primera lectura de Baudelaire? ¿Y qué te pasó? ¿Ha influido en ti y en tu obra? ¿Cómo (tal vez algún libro o poema en particular)? 2. El tópico dice que Baudelaire es el padre de la poesía moderna, y hasta de la modernidad sin más. ¿Qué es lo moderno de Baudelaire? ¿Sigue siendo moderno? 3. ¿Dirías que era pesimista y nihilista, que su mensaje es una suerte de “no hay futuro”, como en el punk? 4. Dijo Baudelaire, en “El albatros”, que: “El Poeta se asemeja al príncipe de las nubes / Que frecuenta la tormenta y se ríe del arquero; / Exiliado sobre el suelo en medio de las burlas, / Sus alas de gigante le impiden ya marchar”. ¿Qué te parece esa imagen del poeta como un albatros cazado, caído en desgracia? Elvira Hernández 1. Fue una lectura casual. En un estante de una librería de viejos (libros) había un ejemplar camuflado que llamaba la aten

TROTSKI, LENIN Y STALIN: LA DISPUTA PERMANENTE

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Juan Rodríguez M. E n 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Lev Trotski (Ucrania, 1869) y su familia vivían en Viena. Como el conflicto puso de un lado a Rusia y del otro a Austria, todos los súbditos del zar Nicolás II quedaron en una situación vulnerable, incluso los que eran críticos del monarca. El 3 de agosto, un amigo de Trotski pasó a buscarlo y lo llevó en taxi para hablar con el jefe de la policía política austriaca; éste confirmó que se haría un arresto masivo de los residentes de ciudadanía rusa. —Así, ¿nos recomienda usted que salgamos del país? —Exactamente y cuanto antes, mejor. —Muy bien. Entonces mañana salgo para Suiza con mi familia. —Ejem... Preferiría que salieran hoy mismo. La primera parada de los Trotski fue Zúrich. Lev —para quien el socialismo no era tal sin su dimensión internacionalista— estaba indignado, porque la mayoría de los partidos de la Segunda Internacional apoyaron a sus respectivas naciones en el conflicto. Sin embargo, estaba seg

KIERKEGAARD O CÓMO LLEGAR A SER CRISTIANO

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Juan Rodríguez M. El existencialismo, o los existencialistas, pusieron en boga el absurdo, la desesperación, la angustia, la autenticidad, la libertad, la sociedad de masas, la existencia, la nada. Categorías que —una a una— ya habían sido pensadas, casi un siglo antes, por el filósofo danés Søren Kierkegaard: “La angustia es la posibilidad de la libertad”, escribió en 1844 en El concepto de la angustia , uno de sus libros más conocidos, junto a Temor y temblor. Ideas como esa le valieron el ser identificado como “padre del existencialismo”. Nacido en Copenhague, el 5 de mayo de 1813, es el padre del existencialismo, pero también es mucho más: “Kierkegaard nos ha sido presentado como un autor asistemático, profundamente angustiado y centrado en el individuo singular”, explica Manfred Svensson, docente de la Universidad de los Andes, traductor de La época presente —otro de los libros del filósofo danés— y autor de Polemizar, aclarar, edificar. El pensamiento de Søren Kierkegaard . “Cre

FRANÇOIS FÉDIER: EL AMIGO DE HEIDEGGER

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Todtnauberg, una población en la Selva Negra, cerca de Friburgo, en Alemania. La fotografía no está fechada, pero debe haberse tomado entorno al año 1968, en la cabaña del filósofo alemán Martin Heidegger. De izquierda a derecha: Jean Beaufret, Martin Heidegger y François Fédier. Juan Rodríguez M. F rançois Fédier (1935) tenía dieciséis o diecisiete años, y ya lo apasionaba la filosofía. Más de sesenta años después, desde Francia, y a través de un correo electrónico, recuerda que por entonces, a comienzos de los cincuenta, el nombre de Martin Heidegger circulaba como el de un autor importante. Por eso fue y consiguió el único libro disponible con los textos del filósofo alemán: se llamaba ¿Qué es metafísica? y reunía, además de la conferencia homónima, varios trabajos, incluidas algunas páginas de Ser y tiempo . Fédier intentó leer la antología y “el resultado fue una completa incomprensión”.  Pasaron algunos años. En 1955, el joven Fédier ya había hecho su bachillerato, era estudiant

ADÁN MÉNDEZ: "PORTALES ES OFENSIVO DE VERDAD"

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El poeta y editor Adán Méndez publica Cartas personales de Diego Portales (UDP), un estudio y antología del epistolario del político, comerciante y militar. Esta es la entrevista que le hice por escrito, recogida en parte en un artículo publicado en "Artes y Letras" de El Mercurio. Juan Rodríguez M. -A propósito del interés en Portales hablas de una “obsesión bicentenaria”. ¿Por qué te sumaste a la obsesión, que en tu caso parece ser literaria, qué te fascinó? - Es cierto que mi interés primero fue literario, y es siempre el más fuerte. Pero por un motivo u otro Portales nos saca de la literatura. La obsesión va sumando capas, y en la que estoy ahora es esta: con él estamos hablando en serio, se trata de algo grave. La literatura está muy infantilizada, fíjate que hoy se usan como elogios críticos términos como ’provocador’, ‘incorrecto’, ‘rupturista’, ‘insolente’, etc. Términos que más bien describen la conducta de los niños, o de gente inmadura o, en todo caso, de gente ino

LA MELANCOLÍA FINAL DE SAMUEL BECKETT

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El poeta y académico chileno Bruno Cuneo traduce Sobresaltos (Saposcat) la última, breve y atribulada prosa del autor irlandés. “Es la historia fragmentaria de un anciano que espera el fin en la oscuridad de su pieza y mientras eso sucede va repasando algunas situaciones dolorosas de su vida hasta que su mente se va internando en las sombras”, dice Cuneo. Juan Rodríguez M. H ay algo de parodia en la angustia, la tragedia se puede contar con humor. Sobresaltos , la última prosa que escribió Samuel Beckett (1906-1989) es un texto brevísimo, sobre alguien, en el final de su vida, y entonces de su trabajo, que posa la cabeza en sus manos y piensa, duda, intenta decir una última palabra. La obra se publicó en 1988 en una edición de lujo y limitada, con litografías del pintor irlandés Louis Le Brocquy (quien aceptó el encargo luego de que lo rechazara Francis Bacon). “Es como comprarse un porsche para mitigar la angustia”, dijo Frank Kermode en la reseña que hizo del libro en el diario inglé