ENRIQUE LIHN: POETA ILUSTRADO


El Paseo Ahumada y Nada se pierde con vivir, poemas del fallecido escritor santiaguino, son adaptados al cómic. Lejos de ser una anécdota, las obras se hacen cargo del estrecho vínculo de Lihn con la historieta y la ilustración. Uno les pone imágenes a sus desasosiegos políticos en los ochenta; el otro, a los existenciales. 


Juan Rodríguez M. 

Una casa, árboles, humo o tal vez nubes, un pájaro sobre la luna (¿o es el sol?), un cerro, un hombre en un traje robótico, todo en blanco y negro, y dos frases: "Nada se pierde con vivir: ensaya; aquí tienes un cuerpo a tu medida". Cambio. Un hombre en una azotea (en el borde de una azotea) cae, se convierte en pingüino, en Santiago, 1977, de nuevo todo en blanco y negro, y una frase: "Encuentro casual con un momento histórico".

La primera imagen se encuentra en Nada se pierde con vivir, tres monólogos de Enrique Lihn, dibujados por Jorge Quien (Jorge Opazo). La segunda, en El Paseo Ahumada, de Liván (Iván Cornejo), la adaptación a cómic del poema homónimo del mismo Lihn. Ambos publicados por Das Kapital, ambos presentados en la Filsa, la Feria del Libro de Santiago.

Lo que podría ser un caso más de adaptación al cómic de una obra literaria, tiene, en esta pasada, un rasgo distintivo: Lihn vio en las viñetas y la ilustración un terreno más donde plantar su obra. Lo prueba Roma, la loba, el cómic que escribió y dibujó en paralelo a la escritura de Diario de muerte, y que su fallecimiento, en 1988, dejó incompleto: es la historia de Mincho, un profesor de filosofía, y Roma, su desenfrenada mujer; una obra descrita por Álvaro Bisama (en 2005, en este suplemento) como un cómic "extraño, obsceno y difícil", "con un trazo enfermo que se deshace". En ella, entre sus primeras palabras, y en medio de cuerpos voluptuosos y mucho achurado, se lee: "La vida es así: un mojón que te tiran a la cara". (Lihn la llamaba "novela cómic", se publicó en 1991 junto con una conferencia que dio Alejandro Jodorowsky en un encuentro comiquero, y con un prólogo de Jorge Montealegre; en 2011 la reeditó Ocho Libros, esta vez con una introducción de Bisama junto al texto de Montealegre).

Rescate no culterano

Nada se pierde con vivir.
"Creo que el viejo hubiera estado feliz con esto", dice Camilo Brodsky, editor de Das Kapital, a propósito de las adaptaciones, "feliz con que se le rescate no solo de manera culterana, no solo desde la academia, sino que también haya un renacimiento desde otro tipo de lenguaje, y uno que a él le gustaba mucho".

Claro, porque lo de Lihn con el cómic no fue solo Roma, la loba... o, mejor dicho, Roma, la loba fue la concreción de un coqueteo de décadas: en el prólogo, Montealegre recuerda la admiración que tenía el poeta por el trabajo de Coré en El Peneca (lo veía como un "poeta visual"), también que Coke, el fundador de Topaze, no solo era su tío abuelo, sino que lo llevó al Diario Ilustrado "y lo dejó trabajando como dibujante". Súmese a eso que en 1942, a los trece años, entró a estudiar dibujo a la Academia de Bellas Artes, que coleccionaba el Doctor Mortis, o que ilustró El castillo de Perth, de Braulio Arenas. Incluso la edición original de El Paseo Ahumada, de 1983, es una suerte de fanzine en formato tabloide, con ilustraciones de Lihn. (Tampoco hay que olvidar su novela Batman en Chile.)

"El diálogo imagen plástica-literatura es una relación permanente en la obra de Enrique Lihn", escribe Montealegre. "Crecientemente, Lihn estaba integrando poesía y dibujo; de hecho, uno de sus últimos libros -La Aparición de la Virgen- está concebido como un poemario ilustrado. También ilustró poemas de sus amigos (de Parra, entre otros) y los dibujó a ellos mismos".

Política y existencia

Con El Paseo Ahumada y Nada se pierde con vivir debuta Dark Kapital, la colección de gráfica y cómic de Das Kapital. Ambos títulos estarán en librerías a mediados de este mes, pero si se apura, puede ir hoy al último día de la Filsa y comprarlos en el espacio que el sello tiene en el pabellón de editoriales independientes (Roma, la loba está en el puesto de Ocho Libros).

En El Paseo Ahumada Lihn describe ese espacio del centro de Santiago: su inauguración como paseo en 1977 -con promesas de modernidad, despegue económico y primer mundo ("Talca, París & Londres & el Paseo Ahumada", se lee)- y sus personajes -cesantes, ociosos, trabajadores, prostitutas, mendigos-, especialmente uno de ellos, el Pingüino, un hombre que en los ochenta tocaba "un tambor de cualquier cosa".

Nada se pierde con vivir reúne tres textos: "Monólogo del padre con su hijo de meses", "Monólogo del viejo con la muerte" -ambos publicados en La pieza oscura" (1963)- y "Monólogo del poeta con su muerte", incluido en Poesía de paso (1966). En el primero, un padre -no muy optimista- le muestra a su hijo lo que será la vida ("Pero vive y verás el monstruo que eres con benevolencia"); en el segundo, un viejo repasa su vida ("Y bien, eso era todo"); y en el tercero, un poeta hace lo mismo.

El Paseo Ahumada.
Allí donde los dibujos de Liván son, si cabe el término, más realistas, tal vez más ajustados al texto, los de Jorge Quien son oníricos, oscuros incluso. "El Paseo Ahumada es un texto de mucha mayor densidad política", comenta Brodsky, "de mucha expresividad visual, porque son poemas, no digamos realistas, pero sí muy referenciales de una realidad contingente, palpable; no es un paseo mental, no, es Santiago de Chile en los ochenta. Y por ahí el lenguaje visual de Liván se emparentó mucho más rápido con ese texto. En cambio, lo de Jorge es mucho más conceptual, más oscuro, y se vincula con textos que también tienen esa tesitura". Por ejemplo: "En plena decadencia metafísica caminas ahora con una libretita de direcciones en la mano...".

Ambos dibujantes reconocen que tuvieron presente el trabajo plástico de Lihn a la hora de dibujar. "Quise conservar ese carácter de fanzine de El Paseo Ahumada, con las líneas en blanco y negro, y con parte del arte que hizo él", explica Liván. "También usé como referencia Roma, la loba, esa tinta con harto achurado, aunque aquí está más limpio". Otros referentes fueron los historietistas Will Eisner, Alberto Breccia, Robert Crumb y el chileno Christiano.

Jorge Quien también reconoce influencia de Roma, la loba, no tanto en el estilo, sino que en la intención, "en el hecho de querer narrar visualmente y no solo a través del texto que, bueno, es el espíritu del cómic". Además tuvo presente los dibujos que hizo para Braulio Arenas, "que son un poco más clásicos". Para retratar a Lihn se inspiró en fotos de Álvaro Hoppe y algunas viñetas citan al escultor inglés Ron Mueck.

Estilos y sensibilidades diferentes que, sin embargo, tienen un punto de encuentro: ser expresión de una poesía visual y cotidiana. "Lihn describe el Santiago que todos hemos caminado", dice Liván. "Cada monólogo es el tránsito completo de una vida humana, son experiencias compartidas por todos", agrega Jorge Quien. De ahí el epígrafe, de Mario Levrero, que encabeza uno de los cómics: "No. No cultivo las letras, sino las imágenes; y las imágenes están muy próximas a la materia prima, que son las vivencias".

El Paseo Ahumada
Enrique Lihn y Liván

Nada se pierde con vivir
Enrique Lihn y Jorge Quien

Das Kapital, Santiago, 2013.

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Artículo publicado en Artes y Letras de El Mercurio, el domingo 10 de noviembre de 2013