NACIONALISMO CHILENO EN EL SIGLO XX: DE LA POLÍTICA AL ESPECTÁCULO DE MASAS



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Primero fue su surgimiento en el siglo XIX, ahora son sus manifestaciones en la centuria pasada. Con una nueva publicación, el Centro de Estudios Bicentenario se hace cargo de la equivocidad de un concepto que parece haber sobrevivido a la muerte de los metarrelatos.

Juan Rodríguez M.

¿Qué es el nacionalismo? ¿Una doctrina política? ¿Un sentimiento de pertenencia? ¿Eso que enarbola el fascismo? ¿O tal vez la comunión tras una selección de fútbol? Eso y un poco más, según Gabriel Cid, académico del programa de Historia de las Ideas Políticas en Chile, de la Universidad Diego Portales, y Alejandro San Francisco, profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica.

"El nacionalismo es polisémico. La literatura académica reconoce al menos cinco acepciones del concepto: como proceso de formación de naciones; como un sentimiento de pertenencia a la nación; un lenguaje y simbolismo; un movimiento político-social y, finalmente, como una ideología de la nación", explican.

Esa polisemia es la que buscaron rescatar al editar "Nacionalismos e identidad nacional en Chile. Siglo XX": "Nos pareció una posibilidad fantástica para realizar un libro amplio que diese cuenta precisamente de todas estas dimensiones del concepto. De ahí que hayamos titulado, ex profeso, este libro como 'nacionalismos', en plural". La obra continúa el libro dedicado al siglo XIX (ambos publicados por el Centro de Estudios Bicentenario) e incluye, entre otros autores, a Joaquín Fermandois, Marcus Klein y Eduardo Santa Cruz.

-A pesar de esa equivocidad, durante el siglo XX parece haber primado un enfoque político en el estudio del nacionalismo. ¿Qué otras perspectivas destacarían?
"Efectivamente, el interés inicial de la historiografía fue por el nacionalismo en clave política, y su plasmación en la lógica partidista del siglo XX. Desde mediados de la década de los 90, pero particularmente desde el año 2000 en adelante, la historiografía ha volcado su interés por la dimensión cultural del nacionalismo, evidenciando cómo esta ideología se ha plasmado en aspectos tales como la música, el cine, el fútbol, la literatura, la educación, el racismo; giro del que dan cuenta en sus trabajos autores del libro como Bernardo Subercaseaux, Stefan Rinke, Patrick Barr-Melej y Pablo Toro. No obstante, el campo está abierto en otros tópicos, tales como las artes y la cultura material -temas estudiados por Alfonso Salgado-, la gastronomía y la cultura popular. El concepto de memoria colectiva, por ejemplo, y su estudio desde el nacionalismo podría arrojar muchas luces sobre la construcción simbólica de la identidad nacional".

-En la introducción señalan que en el siglo XIX los conceptos de "nación" y "nacionalismo" fueron protagónicos como fórmula de construcción de la nación. ¿Cuál fue su rol en la centuria pasada?
"En el siglo XIX el gran problema político y cultural fue construir una república y una nación desde las cenizas de un régimen monárquico. Así se reflejó en la primera parte de esta investigación colectiva, que apareció bajo el título de 'Nación y nacionalismo en Chile. Siglo XIX'. En el siglo XX el problema cambia, en la medida que la nación ya no es tanto un fenómeno por crear, sino más bien por resguardar, consolidar y actualizar, pues debe hacer frente a nuevos dilemas, como por ejemplo la 'cuestión social', la presión por la ampliación de la ciudadanía y derechos sociales y la emergencia de nuevas ideologías. De hecho, y de la mano con lo que está sucediendo en Europa, el nacionalismo se convierte en una ideología (incluso portadora de la violencia y falta de entendimiento, como recordaba Mario Vargas Llosa en su paso por Chile), transformándose en un factor capital para entender la educación, la cultura, las relaciones diplomáticas, la economía y, qué duda cabe, la dinámica política del siglo."

Nacionalismos y derechas

-Se tiende a identificar nacionalismo con tendencias conservadoras y de derecha: ¿qué pueden decir al respecto, a la luz de nuestro siglo XX?
"Aunque es efectivo que el nacionalismo del siglo XX fue en general patrimonio de regímenes conservadores, autoritarios y aun fascistas -como muestran Marcus Klein y José Díaz Nieva en el libro-, el problema es más complejo. Dado que el foco de atención del nacionalismo, la nación es siempre un objeto en disputa y debate, el siglo XX chileno presentó diversas variantes de este fenómeno. En este sentido, hay otras versiones de la nación que también tuvieron protagonismo en el siglo y que distan mucho de la visión conservadora. En 1914 Luis Emilio Recabarren pronunció una conferencia titulada "Patria y patriotismo", donde manifestaba una visión distinta de la nación, hecho que refrendó en una interpelación en el Congreso de 1924, cuando señaló: '¿Cuál es el artículo de nuestros códigos que establece que es un delito apreciar con distinto criterio el concepto 'Patria?'. Si uno observa, por ejemplo, el gobierno de la Unidad Popular, hay una clara expresión de nacionalismo económico, y específicamente en la nacionalización del cobre -que estudia Joaquín Fermandois en el libro- queda clara la presencia de una vertiente diversa del tema, que se expresó por ejemplo en el plebiscito de 1988, como lo muestra Luis Thielemann también en su artículo".

-A propósito, ustedes hablan de una politización del concepto: ¿cómo se refleja ello en la historiografía?
"En la década de 1970 se produjo un fenómeno político interesante. Durante la Unidad Popular, algunos grupos opositores eran nacionalistas en su nombre o en su doctrina (Patria y Libertad y el Partido Nacional); mientras, después del 11 de septiembre de 1973 el Gobierno se declaró nacionalista, entendiendo que 'el nacionalismo chileno, más que una ideología, es un estilo de conducta, la expresión genuina del ser de la patria y del alma de su pueblo'. Eso provocó afectos y animadversión hacia el nacionalismo. Sin embargo, en las últimas dos décadas la situación ha cambiado diametralmente y hoy se puede y se debe estudiar el fenómeno sin la marca política de nacimiento, sino con las complejidades y polisemias que hemos mencionado."

La catarsis de 2010

-¿Qué singularidad adopta el "nacionalismo" en la sociedad de masas, propia del siglo XX?
"Lo fascinante es la sincronía que se produce en el siglo XX en el mundo occidental entre ambos fenómenos, lo que potenció decisivamente al nacionalismo al permitirle una ampliación espectacular en los medios de difusión de su mensaje, a través del cine, la radio, la prensa y la televisión. Debido a esto, el nacionalismo del siglo XX pudo formar parte de la vida cotidiana de la mayoría, por no decir la totalidad de la población (cumpliendo en este sentido la aspiración de los nacionalistas); al tiempo que adaptó sus mensajes a estas nuevas plataformas de socialización. Así, por ejemplo, las primeras películas chilenas tuvieron un enfoque nacionalista, como muestra Stefan Rinke en el libro; mientras que 'Adiós al Séptimo de Línea' fue inicialmente un guión de radioteatro sobre historia patria. En el siglo XIX las guerras cumplían un papel aglutinador, pero dado que el siglo XX no vio ninguna, los deportes se encargaron en cierta forma de presentar un sustitutivo menos violento, pero no menos efectivo y masivo: el boxeo en su momento, y el fútbol, particularmente desde el Mundial de 1962 en adelante -como lo muestra de forma excelente Eduardo Santa Cruz en el libro-, han permitido aglutinar la nación en torno a su selección para enfrentarse al menos de forma simbólica a un 'otro'".

-Cuando se sostiene que la globalización pone en entredicho las identidades locales y se considera que Chile ha apostado por abrirse al mundo, ¿qué ocurre con el nacionalismo?, ¿tiene espacios más allá de manifestaciones como el fútbol o a estas alturas es algo anacrónico?
"Que la globalización ponga en entredicho las identidades locales es sólo una verdad a medias: esta misma situación genera como respuesta una intensificación de las demandas sobre la identidad y su preservación, particularmente en los países en vías de desarrollo y en el Tercer Mundo. En el caso chileno contemporáneo, el nacionalismo ha adoptado otras facetas y, con seguridad, se ha 'banalizado' por utilizar el concepto del sociólogo Michael Billig. De hecho, si uno realiza un análisis a ciertos hitos del año pasado, se trató de un período de catarsis nacionalista, de una impresionante masividad: la teletón "Chile ayuda a Chile", el Mundial, los festejos del Bicentenario y el rescate de los mineros, por citar solo algunos casos. Esto evidencia dos cosas: la vigencia, lo masivo y lo evocador que resulta todavía el discurso nacionalista; y que este discurso ya no es monopolizado por los partidos políticos tradicionales. Hay una despolitización del nacionalismo chileno, que va de la mano de su filiación explícita con tópicos culturales. Lo que es más interesante aún, de los hitos señalados quizás el que menos impacto tuvo en el imaginario colectivo fueron los festejos oficiales del Bicentenario. En este sentido, la nación es en realidad el único metarrelato que ha sobrevivido del siglo XX y que, por más que se profetice su fin, todavía resulta imposible pensar un mundo sin naciones. Eso es, paradójicamente, lo anacrónico...".

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Publicado en Artes y Letras de El Mercurio el 16 de enero de 2011.