CONCEPCIÓN Y LA INDEPENDENCIA: CUANDO EL SUR NO ERA CHILE
El liderazgo de Martínez de Rozas, alianzas con Buenos Aires, dos intentos previos de alzamiento. El libro Concepción contra Chile rescata la clave provincial para entender el proceso que llevó a la Junta de 1810 y al Primer Congreso Nacional. Lo que queda claro, dice el autor, es que la revolución vino del sur.
Juan Rodríguez M.
Es sólo una carta, veinte palabras que con poco dicen todo. En marzo de 1811, el chillanejo Bernardo O'Higgins se encontraba en su hacienda de Las Canteras y le escribió a su amigo Juan de Noya: "Muy señor mío y amigo de todo mi aprecio: El lunes próximo, primero del entrante abril, sigo viaje para Chile". El futuro Libertador manifestaba así, como de pasada, una identidad sureña que lo hacía referirse a Chile como otro sitio. Cuarenta y tres años después, un joven Barros Arana escribe en su Historia de la Independencia de Chile: "Concepción y Santiago eran en aquella época los partidos o provincias de mayor importancia en el reino... Entre ambos existía cierta rivalidad que el tiempo había convertido en verdadero odio: desde Atacama hasta el Maule, todo era Chile; del Maule para adelante todo Penco".
El de O'Higgins y Barros Arana son algunos de los testimonios que rescata Armando Cartes Montory -presidente de la Sociedad de Historia de Concepción y profesor de las universidades de Concepción y San Sebastián- en su libro Concepción contra Chile. Consensos y tensiones regionales en la Patria Vieja (1808-1811). Una obra con la que el autor busca reivindicar el rol de Concepción y el sur en la revolución independentista. "No es historia local, es la historia de Chile contada desde la provincia. Que incluso permite explicar acciones que de otra manera son irracionales: ¿Cómo se explica que patriotas y realistas de manera unánime hayan conformado una Junta en Concepción?, porque es la clave provincial la que orientaba sus acciones".
Desde 1786 existía la Intendencia de Concepción que extendía sus dominios desde el río Maule hasta el Biobío; e incluía a los gobiernos militares de Juan Fernández y Valdivia; y, aunque no administrativamente, también a Chiloé, que en lo eclesiástico dependía del Obispado de Concepción. Una provincia que durante la Colonia -es la tesis del autor- se fue configurando como una unidad geopolítica, "con un éthos propio", que, desde la implantación de un poder político local gracias al establecimiento de la Intendencia, fue alimentando sus aspiraciones autonómicas. "En esas circunstancias le sorprenden los eventos de 1810", escribe el autor. Y agrega, en una conversación en un hotel santiaguino, "Concepción vio en la independencia una oportunidad de consolidar la autonomía que había alcanzado con la intendencia y participar en la construcción de un gobierno nacional territorialmente representativo".
-Frente a una perspectiva historiográfica canónica, usted plantea la falta de una provincial. ¿Hay una simplificación del proceso independentista?
-La visión tradicional (Barros Arana, Amunátegui, Vicuña Mackenna) omite o resta significación a los conflictos regionales, en aras de la construcción del relato ideal de un país que tempranamente se une y se organiza para enfrentar a un supuesto enemigo externo.
Rousseau en el fin del mundo
Para 1810 la provincia de Concepción era liderada -muestra el libro- por el grupo patriota. El gran ideólogo y articulador era Juan Martínez de Rozas. El mendocino, radicado en Concepción, que fue asesor del intendente Ambrosio O'Higgins y que estudió en Córdoba, donde fue compañero de Castelli y Belgrano, líderes de la revolución argentina. Cartes Montory cita a Gay: "la provincia de Concepción, fue en donde se empezó a notar la agitación de los espíritus, y allí se produjo también el principal fermento simbólico de la libertad, el cual se alzó y creció a influjo de don Juan Martínez de Rozas, que puede ser mirado como el alma de aquella grande revolución". También estaba, por supuesto, el chillanejo Bernardo O'Higgins.
El libro muestra a Concepción en relación de "recíproca capitalidad" con Santiago, como impulsora y líder de la emancipación, y con vínculos y compromisos políticos con Buenos Aires: ya a comienzos del siglo XIX la corona española exploró una ruta para conectar directamente, a través de Antuco, a ambas provincias. ¿Quiénes intervinieron en la tarea? Los penquistas Martínez de Rozas, Luis de la Cruz (cercano al grupo patriota y amigo de Bernardo O'Higgins) y Joaquín Prieto (futuro general patriota y presidente de Chile, y hermano de José Antonio, en cuya casa se reunía el club revolucionario más importante de la época). Luego, en 1805, los ingleses invadieron Buenos Aires y un grupo de penquistas (entre ellos O'Higgins) planeó un levantamiento que se abortó tras la derrota británica. Ya en 1810 Rozas no dudará en enviar apoyo a Argentina para luchar contra los españoles.
Esos vínculos, cree Cartes Montory, explican el avanzado ideario de los patriotas de Concepción.
Un año antes del momento crucial, en 1809, hubo un segundo intento de sublevación que Martínez frenó, pues pensaba que aún no estaban dadas las condiciones. El ambiente estaba agitado. Villodres, Obispo de Concepción, describió la atmósfera en abril de 1810: "Apenas tomamos posesión de la iglesia, cuando percibimos el germen de la revolución. Los indecentes sarcasmos de Voltaire y las inconsecuentes paradojas de Rousseau habían penetrado hasta ese último rincón del mundo".
Todo esto, según Cartes Montory, muestra cómo se estaba tejiendo, desde Concepción y con sigilo, el entramado que daría sostén a la revolución.
-¿La revolución es penquista?
-La revolución es obra de la alianza entre los clanes patriotas santiaguinos y penquistas, que actúan coordinadamente, para reemplazar al gobernador español por una junta de gobierno.
-¿El Cabildo de Santiago (que, según se ve, actuaba como asamblea nacional) era controlado por Concepción?
-Lo que digo es que la Junta de Gobierno, en la primera época, era controlada por Rozas y sus partidarios, los que supieron imprimirle un ritmo a la revolución, que incluyó la convocatoria a un Congreso y el decreto de la libertad de comercio, pero que luego entró en conflicto con el cabildo de Santiago.
Chispa que incendia
Cuando en 1811 los sectores moderados de Santiago, aliados con los realistas, consiguieron controlar el Congreso, los diputados penquistas se retiraron del organismo y escribieron a sus electores: "nunca podremos mirar con indiferencia que se trate de adoptar plan alguno por el que los demás pueblos queden sujetos al capricho de la capital i reducidos a una inferioridad denigrante". Los diputados retornaron tras el golpe de estado que dio José Miguel Carrera el 4 de septiembre, pero aún así Concepción desconfiaba e instauró su propia Junta.
-¿Se inicia un proceso más independiente en Concepción?
-Más bien un separatismo. Mira lo que dice el juramento que tomaron los miembros de la Junta de Gobierno de Concepción: "¿Juráis defender esta provincia de Concepción i sus derechos contra sus enemigos interiores i exteriores...?". ¿Quiénes son los enemigos interiores? Carrera y sus amigos.
Tras el golpe de Estado, Carrera cerró el Congreso y apresó a los diputados penquistas. Se inició, entonces, un conflicto armado entre Santiago y Concepción. Martínez de Rozas solicitó auxilio a Buenos Aires. No hubo respuesta. Carrera venció, exilio a Martínez de Rozas a Mendoza, donde murió en marzo de 1813, el mismo mes en que arribaba Antonio Pareja para iniciar la reconquista de Chile.
-Concepción impulsó una revolución que debía consolidar su proceso de autonomía, pero sucedió lo contrario. ¿Por qué?
-Desafortunadamente, la guerra se pelea en su territorio, el cual queda devastado; su población se divide y parte emigra; su comercio se destruye, pasando a depender de Valparaíso y Santiago; y el conflicto se prolonga por muchos años después que Santiago se libera por la batalla de Maipú. El alto precio que la región pagó por la libertad de Chile le impide mantener la relación de recíproca capitalidad que había ostentado.
-¿Cuál fue el error?
-Es probable que la provincia haya sobreestimado inicialmente sus fuerzas, en razón del orgullo y preparación de sus élites, su fuerza militar y el buen momento económico que vivía en 1810.
-El 5 de septiembre de 1811 Concepción establece una Junta de Gobierno Provincial. Usted dice que "esa es la fecha que debiéramos celebrar". ¿Por qué?
-La gente del sur de Chile, cuyo epicentro era y es Concepción, debiera celebrar el 5 de septiembre, además de la junta del 18, en cuya constitución también participaron, al menos en este Bicentenario. La fecha conmemora la constitución de una junta de gobierno provincial, base de un protogobierno federal, más avanzado en su ideario y más decidido en su acción política que la junta de 1810.
Concepción encendió la chispa y avivó un incendio que al final la quemó. Con su derrota se cerraba la primera etapa de la emancipación chilena. Casi al final de la conversación, Cartes Montory toma su libro y enseña la portada con la pintura Inauguración del Primer Congreso Nacional: "Este cuadro es el que está en el Congreso Nacional: Martínez de Rozas liderándolo, Luis de la Cruz, diputado por Rere, están todos los diputados penquistas, mira, aquí está Urrejola. Así vieron la Independencia los contemporáneos, así la sintieron, como un conflicto interprovincial". Luego concluye: "Así como en siglo XIX se construyó un relato a través del historial clásico, que fue positivo para que Chile tuviera una identidad nacional, como una metáfora pedagógica; hoy, con la madurez que tiene el país, podemos asumir algunos conflictos internos sin que nuestra unidad se resienta".
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Publicado el 10 de octubre de 2010, en Artes y Letras de El Mercurio.