MARGARETHE VON TROTTA: "QUIZÁS NO ES TAN FÁCIL ESTAR SIEMPRE PROTEGIDO POR TU PROPIA CAPACIDAD DE PENSAR"

Rosa Luxemburgo, Hildegard von Bingen, Hannah Arendt. Las suyas son mujeres que sobrepasan los límites de sus circunstancias. La lucha por imponerte a ti misma como mujer en un mundo dominado por hombres fue un tópico desde mi primera película, confiesa. Pero no por eso acepta el mote feminista para describir su obra, parte de la cual podremos ver en el festival que comenzó este viernes. 


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Juan Rodríguez M.

Si uno revisa los perfiles y críticas sobre la obra de Margarethe von Trotta (Berlín, 1943), se repite el calificativo de "directora feminista". ¿Tiene sentido hablar de cine de mujer o de una directora feminista?

"No me gusta la expresión", responde Von Trotta, "porque cuando mencionas una película como 'película de mujer', automáticamente es menos importante que aquellas de nuestros colegas hombres. Inventamos la expresión al comienzo para decir: 'Hey, somos mujeres y somos capaces de hacer películas tal como ustedes'. Pero luego se convirtió en un eslogan para películas de un nuevo 'gueto'. Afortunadamente hoy existen tantas mujeres realizadoras que se vuelve más y más difícil apartarlas".

Lo de esta guionista y directora -que es parte de lo que en los años sesenta, setenta y ochenta se conoció como Nuevo Cine Alemán (Volker Schlöndorff, Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzog, Wim Wenders)- no es solo la mujer. Es también la historia. La historia encarnada, si se quiere. Y el cruce de ambas. Lo prueban su película sobre la activista y escritora Rosa Luxemburgo, protagonista de la revolución rusa, primero socialdemócrata y luego precursora del Partido Comunista alemán; y también la que le dedica a Hildegard von Bingen, la mística, escritora, médico y compositora del siglo XII alemán; o "Rosenstrasse", sobre las mujeres no judías ("arias") que en 1943, en Berlín, protestaron por el arresto de sus maridos judíos; y últimamente "Hannah Arendt", sobre la filósofa alemana autora de Los orígenes del totalitarismo, y una de las protagonistas del éxodo de intelectuales judíos desde la Europa amenazada por Hitler hacia Nueva York.

-¿Por qué le interesan esos casos?
-En los setenta, cuando comencé como cineasta -antes fui actriz (y antes de ser actriz estudió negocios, luego bellas artes y más tarde filología)- yo y muchas otras mujeres de ese tiempo buscamos modelos en el pasado, en mujeres independientes e importantes. Y descubrimos a Hildegard von Bingen. Mis películas 'Rosa Luxemburgo', 'Rosenstrasse' y 'Hannah Arendt' son para mí una trilogía sobre Alemania. Rosa Luxemburgo es para mí la primera víctima del siglo, ella fue asesinada por soldados que luego llegaron a ser seguidores de Hitler; era todavía una utopista que creía que el siglo veinte haría realidad todas las esperanzas del siglo anterior. Las mujeres de Rosenstrasse se enfrentaron ya a la cruel realidad de los 'tiempos oscuros' como Hannah Arendt llamó al tiempo de los nazis, y ella misma miró atrás hacia esos tiempos crueles tratando de analizar y de 'comprender'.

Criaturas políticas


Von Trotta iba a ser parte del jurado del Santiago Festival Internacional de Cine, Sanfic, pero debido a problemas de salud debió suspender su viaje. Sin embargo, su obra estará presente en el encuentro gracias a una retrospectiva organizada por el Goethe-Institut y German Films.

Quienes asistan al ciclo podrán notar que los lazos femeninos, o la "hermandad entre mujeres" (sisterhood), es un elemento frecuente en el trabajo de Von Trotta. Se ve en "Hanna Arendt", en la amistad entre la filósofa y Mary McCarthy, escritora y una de sus defensoras durante la polémica que generaron sus reflexiones sobre el juicio a Adolf Eichmann (el oficial de las SS a cargo de organizar el transporte de millones de judíos a los campos de concentración nazi). O en la película sobre Hildegard von Bingen, con la (¿erótica?, ¿filial?) relación entre esta y la monja Richardis von Stade. Y más explícitamente, por ejemplo, en "Hermanas o el equilibrio de la felicidad" y "Las hermanas alemanas".

No extraña, entonces, que el historiador del cine Thomas Elsaesser hable, a propósito del cine de Von Trotta, de la "imposible búsqueda de la identidad femenina, prohibida por y fundada sobre la interdependencia emocional de dos mujeres... sus heroínas son siempre criaturas políticas".

-¿Concuerda?
-Efectivamente, me interesa mucho el tema de la hermandad entre mujeres. Ya he hecho cuatro películas sobre hermanas y mi siguiente película será, de nuevo, una sobre dos hermanas que no saben la una de la otra hasta la muerte de su madre. Tal vez puedes explicarlo por mi propia biografía. Tengo una hermana y supe de su existencia sólo después de la muerte de mi madre. Pero la hermandad entre mujeres significa también amistad entre mujeres. Siempre he tenido un montón de amigas, tal vez tengo menos confianza en los hombres porque crecí solo con mi madre, mi padre no vivía con nosotros y murió cuando yo tenía diez años. De modo que siempre he tenido la sensación de que conozco mucho mejor a las mujeres. Por otro lado, es mucho más difícil para las mujeres descubrir su propia identidad y darse cuenta de sus propios deseos. La lucha por imponerte a ti misma como mujer en un mundo dominado por hombres fue un tópico desde mi primera película. Pero no estoy de acuerdo con que todas mis mujeres son criaturas políticas. Esa era una tesis de los años sesenta: lo privado es también político.

Arendt contra Eichmann


La película sobre Arendt, con Barbara Sukova interpretando a la filósofa (ella misma es la protagonista de las películas sobre Rosa Luxemburgo y Hildegard von Bingen), es la más reciente de esta directora (cuyo debut tras la cámara fue en 1975 con "El honor perdido de Katharina Blum", codirigida con Volker Schlöndorff). 

La cinta transcurre entre 1960 y 1964: el período en el que Arendt se entera de que Adolf Eichmann será juzgado en Jerusalén y ella le ofrece al Newyorker cubrir el juicio. Luego regresa a Nueva York, publica sus artículos sobre el caso (recogidos en el libro Eichmann en Jerusalén) y enfrenta la ira de parte de la prensa y de la comunidad judía: se la acusó de defender a Eichmann. Incluso perdió a grandes amigos, como el filósofo Hans Jonas y el líder sionista Kurt Blumenfeld.

Lo que molestó a Jonas y Blumenfeld, y la razón de los ataques que sufrió Arendt, fue lo que pensó: primero, que Eichmann no era un monstruo, sino que un mediocre, un burócrata que hizo lo que hizo por motivaciones banales, funcionarias -de ahí la conocida tesis de Arendt sobre la "banalidad del mal"-; segundo, que algunos líderes judíos europeos habían colaborado con los nazis; y, tercero, que en el juicio a Eichmann se había optado por la espectacularidad y lo emotivo, antes que por los hechos.

Para explicar las acciones de Eichmann -el mal que hizo sin ser un monstruo-, la filósofa desarrolló la tesis de que él era incapaz de pensar por sí mismo. Ella, en cambio, décadas después, pensó y eso le significó ser juzgada y perder amigos. ¿Es más fácil no pensar que pensar? Y, entonces: ¿es más fácil hacer el mal que hacer el bien? ¿Pensar es heroico? "Tal vez no es heroico pensar en tiempos normales -opina Von Trotta-, pero quizás en tiempos de dictadura, cuando eres forzado a seguir las reglas e ideas de aquellos que te rigen, llega a ser una suerte de acto heroico pensar con independencia, con tu propia capacidad y mente".

En la película, se insertan algunos flashbacks que muestran la relación de una joven Arendt con su maestro alemán, Martin Heidegger, el filósofo autor de Ser y tiempo; el filósofo que luego se hizo nazi, pero que entonces, cuando Hitler no aparecía en el horizonte, era, simplemente, el gran pensador de Alemania: "Señorita Arendt", le dice en una de las escenas, "me ha dicho que quiere que le enseñe cómo pensar". Ella asiente. "Pensar, es un asunto solitario", le advierte el filósofo.

-¿Por qué muestra la relación entre Arendt y Martin Heidegger?
-La introduje porque él fue su profesor y ella aprendió de él a pensar. En su último y largo discurso ella dice que pensar puede protegernos de las catástrofes. Para mí, toda la película es una suerte de duelo entre una pensadora, ella misma, y un no-pensador, Eichmann. Pero en medio está Heidegger, que fue "el maestro del pensamiento" y que, sin embargo, se convirtió en nazi y en miembro del Partido Nazi. Solo quería mostrar que quizás no es tan fácil estar siempre protegido por tu propia capacidad de pensar.

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Publicada en Artes y Letras de El Mercurio el 30 de agosto de 2013. / Subí este posteo con el título Margarethe von Trotta: "Lo privado también es político"; pero luego me di cuenta que era equívoco, si es que no errado. Por eso lo cambié por el que tiene ahora.