PETER SINGER: "¿REALMENTE SABEMOS LA CAUSA DE LA POBREZA?"
Entrevisté al filósofo australiano Peter Singer. El artículo se publicó el domingo 30 de noviembre en Artes y Letras de El Mercurio. Está son las respuestas completas.
—Usted viene a hablar de “la ética de lo que comemos”, ¿qué significa esa expresión?
—Intento hacer ver a la gente que elegir una comida en vez de otra es una elección ética importante. Al elegir comer animales criados en granjas industriales podemos estar eligiendo apoyar la imposición de grandes cantidades de sufrimiento sobre los animales; al elegir productos vegetarianos o veganos, o productos de origen animal elaborados humanitariamente, podemos elegir oponernos a los criaderos industriales. Si comemos vacuno estamos acelerando el cambio climático y contribuyendo a incrementar las temperaturas, los cambios en los patrones de lluvia, y aumentando el nivel del mar. Podría seguir haciéndolo, pero quizás basta para establecer el punto de que lo que comemos en un asunto tan ético como otros que tradicionalmente han sido considerados centrales en la ética; como con quién dormimos, por ejemplo. De hecho, en la mayoría de los casos, lo que comemos importa mucho más que con quién dormimos.
—¿Hasta dónde debe llegar el compromiso de una persona que se diga animalista? ¿Es suficiente con no comer carne?
—Es mejor no comer ningún producto animal, o al menos evitar todos los productos animales de criaderos industriales. Yo no objeto comer huevos de gallinas bien cuidadas, y que pueden pasear libremente en el exterior. Pero esa es una excepción. Las vacas lecheras, por ejemplo, son preñadas cada año y se les quita el becerro después de nacido. Eso causa angustia tanto a la madre como al ternero.
—¿Cuál es el estatuto ontológico de un animal no humano frente a una persona? O, si prefiere, ¿un animal (no humano) es una persona?
—En el pensamiento filosófico, desde las primeras discusiones cristianas sobre la Trinidad entendida como "tres personas en una", la idea de persona no ha estado limitada a los seres humanos; sólo uno de esas tres fue un ser humano. Más bien, una persona fue definida como un individuo con una naturaleza racional, o en palabras del filósofo John Locke, como "un ser inteligente que piensa, que tiene razón y reflexión y que puede considerarse a sí mismo como sí mismo". Según este estándar, los chimpancés y los gorilas son personas, y quizás también los elefantes, los delfines y los cerdos. Es difícil saber donde trazar exactamente la línea.
—A 41 años de publicar Liberación animal, ¿los animales son más libres, es optimista o pesimista al respecto? ¿Por qué?
—¿Los animales están mejor? Depende de dónde. A lo largo de toda la Unión Europea, desde España a Polonia, sí, están mejor. Gracias a la fuerza del movimiento animalista europeo, se han modificado las leyes para prohibir algunas de las peores formas de confinamiento: las pequeñas jaulas de alambre para las gallinas ponedoras, los establos individuales que impiden absolutamente que los terneros para carne y también las cerdas gestantes caminen. Y ha habido cambios similares en otras jurisdicciones, como en California. Pero en otros lugares las condiciones no han cambiado, y en algunos países actualmente hay más animales confinados en criaderos industriales de los que había en 1975. Eso es una tragedia. Pero la tendencia va en la dirección correcta, así es que sigo siendo optimista respecto a que estamos haciendo progresos, aunque sea muy lentamente.
—¿Cuándo y por qué fue necesario para usted empezar a hablar de una «ética práctica» y no simplemente de ética? O, si prefiere, ¿por qué el sufrimiento animal, la pobreza, entre otros, son asuntos de la filosofía?
—La ética práctica ha sido parte de la filosofía desde el comienzo. Sócrates paseaba por Atenas pidiéndole a la gente que examinaran sus vidas: una vida sin examen, dijo, es una vida sin valor. E incontables pensadores luego de él examinaron asuntos como cuándo una guerra es justa, y si existe una obligación de obedecer la ley. La ética no es solo teórica. El objeto de estudiar teoría es ayudarnos a vivir más éticamente. Eso significa cuestionar la manera en la que vivimos ahora, y eso incluye tanto lo que hacemos por la gente que vive en la extrema pobreza, y cómo tratamos a los animales, como también otros asuntos éticos que son parte de la ética práctica”.
—Tal vez el mayor argumento o creencia para oponerse al aborto y a la eutanasia sea «el valor de la vida» o la vida como el «principio básico, fundamental». ¿Hay una sobrevaloración de la vida en desmedro de otros principios?
—Considere a una guagua nacida sin córtex, y sólo con tronco cerebral. Ese niño nunca experimentará nada, pues sin córtex no puede haber conciencia. ¿Tiene algún valor esa vida? ¿Tiene más valor que la vida de un chimpancé, o que la de un perro? O si prefiere ponerlo en términos de derechos, ¿un niño anancefálico tiene más derecho a vivir que un pollo o una vaca? En la mayoría de la unidades de cuidados intensivos neonatales, esos niños no son puestos en respiradores, de modo que normalmente mueren pronto. Reconocemos, en otras palabras, que la vida debe tener alguna cualidad antes de poder tener valor.
—¿En qué casos o circunstancias, y por qué, usted es favorable al aborto y la eutanasia?
—Pienso que el aborto está justificado cuando sea que quiera la mujer embarazada, hasta el momento en que el feto sea capaz de sentir dolor (lo que no ocurre, casi con certeza, antes de los veinte semanas de gestación, o sea, más allá del momento en que se hacen la mayoría de los abortos). Después de eso, el aborto aún puede ser justificable, pero debe ser realizado de una manera que evite infligir sufrimiento al feto, y la razón debe ser significativa, tal como proteger la vida o salud de la madre, o porque el niño tendrá alguna discapacidad grave.
Con respecto a la eutanasia, estoy de acuerdo con permitir a los adultos competentes en estado terminal o con una enfermedad incurable, pedir y recibir la asistencia de un doctor para terminar sus vidas. Esto es legalmente posible en muchos países: Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Canadá y varios estados de Estados Unidos, incluidos Oregon, Washington, California y Vermont. En el caso de niños con un muy mal pronóstico, creo que tal como los padres y los doctores, en conjunto, pueden tomar la decisión de retirar el soporte vital, también debieran poder tomar la decisión de poner fin a la vida por medios activos cuando esa sea la salida más humanitaria”.
—Usted aboga por el «altruismo eficaz». ¿Qué le respondería a alguien que le dijera algo como: “La caridad o el altruismo eficaz están bien, pero es solo un paliativo, lo importante es cambiar las estructuras sociales que llevan a que unos pocos tengan muchísimo y millones sean pobres”.
—¿Realmente sabemos la causa de la pobreza? ¿Son solo las estructuras sociales, o hay otros problemas, por ejemplo que algunos países tienen menos recursos que otros? E incluso si el cambio de las estructuras sociales eliminara la pobreza, ¿cómo logramos esos cambios? Si no sabemos cómo cambiar las estructuras sociales de manera que se elimine la pobreza, ¿entonces no es mejor hacer lo que podamos para darles a los pobres mejores vidas, permitirles que tengan lo suficiente para comer, algunos servicios de salud, y educar a sus niños, o tal vez darles una subvención en efectivo y capacitación para empezar pequeños negocios? Eso es lo que apoyan los altruistas eficaces, y tiene la clara ventaja de que mejora las circunstancias de individuos y familia concretas. Quizás también sea parte de la solución para acabar con toda la pobreza.
—Desde un punto de vista moral, y si hubiera que elegir, ¿es mejor donar a la caridad o a una organización animalista? ¿Por qué?
—No hay una respuesta sencilla a esa pregunta. Depende de cuán eficaz sea cada organización, y de cuál reduzca más el sufrimiento. Debemos recordar, también, que a veces podemos hacer ambas al mismo tiempo: por ejemplo, si la organización persuade a la gente de reducir su consumo de carne, está salvando animales del sufrimiento y también reduciendo el cambio climático, que golpea más fuerte a los pobres.
—¿Qué ocurre con el mecenazgo en este esquema? ¿Se puede donar a las artes y la cultura y ser moralmente bueno?
—Debemos donar donde podamos hacer el mayor bien. En un mundo con setecientos millones de personas viviendo en la extrema pobreza, y con cerca de seis millones de niños muriendo cada día por enfermedades prevenibles, relacionadas con la pobreza, no creo que debamos donar a las artes y la cultura. Ocupémonos de los problemas más urgentes primero. Luego hay tiempo para donar a las empresas culturales.
—Ya que, como ha dicho, vivimos en un solo mundo y necesitamos una ética global, ¿debe existir un gobierno mundial que supere la etapa de los Estado nación? ¿Cómo se elegiría y funcionaría ese gobierno?
—Es prematuro proponer un plan sobre cómo debiera funcionar un gobierno mundial. No hay sustento político para eso. En lugar de eso debemos enfocarnos en desarrollar una gobernanza mundial; esto es, desarrollar y fortalecer instituciones globales que puedan lidiar con los asuntos en los que las naciones del mundo necesitan con mayor urgencia actuar en conjunto. Ya tenemos algunas, en distintas etapas de desarrollo: las Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional, la Organización Mundial del Comercio, el Panel Intergubernamental en Cambio Climático, etcétera. Estas organizaciones ya redujeron los poderes de los estado-nación en algunos aspectos. Pero necesitaremos varias décadas más de experiencia para saber cuál de estos varios modelos pueden funcionar o no, antes de que estemos en una posición de discutir cómo debería tener lugar un gobierno mundial.
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Por: Juan Rodríguez M.